Como todo el vida cualquier decisión conlleva un coste-beneficio y mentiría si afirmase que no existe una faceta negativa en lo que se refiere a ejercer el trabajo sexual. En este post voy a focalizarme en los aspectos positivos, ya que si sigo realizando este trabajo es porque considero que ha enriquecido mi vida y mi perspectiva.
- Me ha permitido explorar mi sexualidad. Algo que tengo muchísimo que agradecer a este trabajo son las experiencias que me ha aportado, disfruto mucho conociendo a otras personas y sus fantasías. Si no me hubiese dedicado a esto mi vida sexual hubiese sido mucho más gris y mediocre, desde luego.
- Relativa libertad horaria. Adoro tener cierta flexibilidad, poder elegir sin tener que consultar con nadie que días trabajo y en que horario, aunque esto es relativo ya que también hay que tener en cuenta la disponibilidad de la clientela.
- Siento que hago feliz a otras personas, cosa que otros empleos no pueden decir lo mismo (a pesar de estar mejor aceptados socialmente).
- Valoro mucho más mi tiempo. Creo que no hay nadie en el planeta que valoremos más nuestro tiempo que las putas. Mi tiempo es dinero y quien no lo sabe apreciar… Bye, bye. Dentro y fuera del trabajo.
- He agudizado el radar de personas indeseables. Un solo mensaje de Whatsapp puede ser determinante y darme cuenta de tus intenciones. *Este tema tiene mucha “chicha”, queda pendiente un post futuro sobre la psicología del lenguaje Whatsapp.
- Me cuido mucho más, tanto física como mentalmente. Este trabajo requiere estar sana, deseable, sexy, empoderada y feliz, al menos si quieres que te vaya bien y dar lo mejor de ti.
- Y por supuesto, sin olvidar el punto estrella, el factor que provoca que todas las personas necesitemos trabajar: DINERO. Gozar de estabilidad económica es salud, aunque estoy muy lejos de ser una joven millonaria, lo que significa que me tendréis muchos años más en plena actividad.
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